domingo, 15 de febrero de 2015

TAROT,un viaje arquetípico:

Se lo considera un artefacto adivinatorio, algunos lo ven como páginas del libro de thot, con abundantes especulaciones esotéricas, que muchas veces confunden y encubren ideologías discutibles.y que se complica cuando se trata de determinar en que consiste el conocimiento. No es un modelo intelectual, que explica, sino una construcción "simbólica", que apunta a una toma de conciencia, es un "devenir consciente"y así trasfigurar la existencia.Jung,reformuló el concepto de perenne, a través de un lenguaje contemporáneo, y sostenía que la verdad eterna, necesita un lenguaje humano, que varía según el espíritu de la época. Y una de las tesis fundamentales de Jung, es que en el alma, hay un proceso autónomo, independiente de las circunstancias, que aspira a una meta, al que denominó "proceso de individuación"Hay dos sujetos de la existencia, el consciente, el "yo" el más o menos diurno, y el otro sujeto, que llamó "si mismo", que integra el proceso autónomo, con el cual el "yo"puede cooperar o luchar y al que habitualmente desconoce.el pensamiento de Jung, es la explicación y la aproximación a este drama intimo, que si bien compromete a la faceta del consciente de la personalidad, acaece en gran parte más allá de sus fronteras, en esa región misteriosa llamada "inconsciente", es por eso que el proceso de individuación no se expresa en conceptos, sino por símbolos, que abarcan tanto la consciencia ,como el inconsciente.El tarot sería un mapa de este viaje interior el el que todos estamos embarcados Señaló Bacheland: "Con su escala simbólica, la alquimia es un momento para un orden de meditaciones intimas", el tarot se revela como un ordenamiento simbólico sorprendentemente adecuado para tan amorosa meditación. Y la adivinación no sería tanto la predicción de los acontecimientos, como comprensión del destino, sino como revelación del proceso alquímico"hombre conócete a ti mismo", que implica conocer la propia índole, los acontecimientos son situaciones en las que trascurre nuestro viaje.Las imágenes del tarot no significan personas ,cosas o acontecimientos, sino que proyectan a las personas, cosas y acontecimientos dentro del contexto de la ineludible odisea anímica, sugieren significado, somos nosotros mismos ,nuestras pasiones sordas, deseos inconscientes, que deben ser destiladas en comprensión, en consciencia.Un excelente medio de autoconocimiento, descubriendo a (ethos) el carácter, y a (diamon) su destino, que orienta el viaje del que somos, a menudo sin sospecharlo, punto de partida, trascurso, y meta... 

jueves, 23 de enero de 2014

Tres preguntas sobre el amor y el alma enamorada "¿Porqué seguimos insistiendo en la búsqueda del amor?"

La experiencia común entre los seres humanos es la pena de amor. No existe persona que no pueda relatar algún dolor que el amor no le haya deparado. Sin embargo, a pesar de todas las historias, propias y ajenas, de padecimientos amorosos seguimos insistiendo en consolidar relaciones de pareja ¿A qué se debe este ciclo de comportamientos reiterados? ¿Es una necesidad irrefrenable? ¿Es masoquismo extremo? ¿Es incapacidad de aprender de las experiencias?. Estas propuestas, con todo su valor me parecen que no dan en el clavo, en el corazón de tanta insistencia.
Habría que recordar que cuando una persona está enamorada se siente plena, radiante y feliz, y aquí reside la fuerza base que lleva a la reiteración de la experiencia amorosa: al hecho de que, cuando uno está enamorado, toca el cielo con las manos. "¡Y qué dioses, qué dioses nos sentimos!"  (Paulo H. Filho). Es que esta energía amorosa nos contacta con una dimensión de la cartografía de lo psíquico que da cuenta de todas las experiencias cumbres del ser humano y que usualmente se la identifica como la dimensión transpersonal. El hombre tiene sed de lo transpersonal, sed de recuperar el paraíso perdido, el edén orgiástico de la felicidad... 
De manera que existe en este intento un modelo arquetípico que el hombre replica, un modelo ejemplar, que inscripto en el fondo de su alma, desde el fondo de los tiempos, clama por ser cumplido y que explica el porqué del "difícil camino del amor". 

Lo que de mí hay en ti :

En este juego del amor, hay que tener siempre presente que aquello con lo que nos encontramos afuera refleja lo que hay dentro de nosotros mismos y que los vínculos de amor que logramos construir son siempre espejo de la naturaleza de nuestra alma "dime con quien andas y te diré quien eres", es una buena imagen de lo que quiero decir puesto que el otro a quien amamos expresa nuestra sombra, ya que los vínculos como los síntomas y los sueños son los caminos de los que se vale el inconsciente para hacer oír su voz. El otro es una manifestación de lo que está necesitando surgir de nuestro mundo interior, de manera que sólo es posible comprender el sentido de una relación de amor, por el que alguien entra en nuestra vida en este momento, si lo pensamos en términos del propio psiquismo. Significa que algo nuestro está intentando salir a la luz, que algo propio quiere salir de la oscuridad e integrarse a la vida consciente, reclama ser vivido y lo hace de este modo, este es sin duda el auténtico sentido de una relación.
En el camino del crecer, vamos dejando fuera de las posibilidades de realización una serie de cualidades o potencialidades. El hecho de que no sean incorporadas a nuestra personalidad se debe a que se trata de fuerzas que quieren vivir pero por diferentes razones no podemos aceptar en nuestra consciencia. Entonces, las proyectamos en otras personas adecuadas y garantizamos así su supervivencia y nos damos la posibilidad de espejarnos en ellas, pero hay algo más. Cuando proyectamos podemos, por ejemplo, seguir culpando a otros de nuestras infelicidades y padeceres, en lugar de tener que reconocer que en nosotros hay tanto de luces como de sombras y que la realidad por la cual nos quejamos es la que nosotros forjamos. 

Tres preguntas sobre el amor y el alma enamorada "¿A quién amamos cuando amamos?"

El psiquismo sigue dos direcciones: el apego y el desapego. Ambas forman parte de una estructura necesaria del alma, como dos momentos de un mismo proceso. El apego representa la fuerza del pasado en el presente, las ataduras que nos llevan a vincularnos desde patrones aprendidos en la infancia con las oportunidades actuales. Por el contrario, el desapego implica la capacidad de crear nuevas relaciones dejando de lado los excesos de equipajes que nos empujan hacia una determinada dirección, ya conocida, en la elección de nuestros amores.
Los psicoanalistas denominan transferencia al apego, y de alguna manera afirman, con cierta razón, que todas nuestras relaciones han sido y son transferenciales, y al desapego repetición, en el sentido de encuentro fallido, ya que nunca lo encontrado es igual a lo buscado. Este aparente fracaso de los encuentros abre a la persona a la dimensión de lo nuevo y diferente y por lo tanto a la necesidad de seguir buscando aquello que, detenerlo, la completaría. La transferencia, el apego, cierra la búsqueda; la repetición, el desapego, vuelve a abrirla. 
La transferencia puede ser definida como la reedición de afectos y vínculos del pasado en la actualidad y en este sentido, este proceso muestra la fuerza que en el alma tiene la historia y cómo se puede estar viviendo una relación hoy (o sentir un afecto), no por lo que la relación es en sí misma sino por lo que del ayer conlleva. 
Uno proyecta en el otro las nostalgias, los anhelos y las quejas que quedaron endientes y lo trata de la manera como se vinculaba antaño de modo que, a veces, uno cree amar a alguien pero sólo se trata de una ilusión: está amando a alguien del pasado revivido en alguien del presente.
Por eso, de cierto modo, los amores transferenciales son siempre reencarnaciones. 
Hay que pensar que las cosas, en los encuentros amorosos, no son como parecen ser. No es porque te vi que te amo, sino porque te amo es que te vi. No es la percepción la que impone una condición de amor, sino que es el amor el que determina mi percepción. El otro ya moraba en mi antes que lo descubriera en el afuera y esto se debe a que fui formando a lo largo de mi historia, con mis primeros amores, un modelo que reitero y desde el cual elijo. 
Cuando alguien aparece debe tener algún signo capaz de despertar las energías transferenciales. Es alguien que "calza" en el modelo interno y que, aunque parecido, nunca es idéntico al original. De aquí surge la decepción, la decepción que , dominados por la pasión transferencial miramos desde el ego y en vez de reconocer que nosotros habíamos puesto en el otro algo que el otro no tenía le reprochamos lo que creemos que no nos dio. De manera que, ante la decepción, la persona prisionera de este afecto, puede sentirse frustrada, engañada o despechada o aprender que el otro es alguien diferente que debe ser amado tal como es, no tal como uno necesita que el otro sea. En esto se distingue el querer del amor. El querer busca lo igual el amor lo diferente, para hacer con esta diferencia motivo de una nueva búsqueda y de una nueva creación. 
Aceptar lo diferente, la decepción no como frustración, sino como posibilidad de seguir buscando en esto consiste la repetición. Repetición significa volver a pedir. Volver a pedir aquello que me falta para completarme, y lo que me falta es el amor. Querer es pensar que el amor es un hallazgo ; amar, en cambio, es pensar que el amor es una búsqueda.
De manera que, cuando nos preguntamos ¿a quién amamos cuando amamos ? la respuesta no circula ta fácilmente como lo que puede parecer. Esto se debe a que:
Cada amor resume todos los amores pasados de manera que, cuando amamos, no sólo amamos a una persona sino a muchas en una, ya que el trabajo del amor, en parte, consiste en esto: amar en una persona a muchas, aprendiendo a cada paso saber diferenciar quien es quien en cada encuentro; en cada amor se busca encontrar los anhelos soñados y los deseos pendientes y si el amor da cuerpo a nuestros sueños y cuando amamos el otro está lleno de nuestras ilusiones, hasta el punto que, sin darnos cuenta, amamos a un imaginario que completa en nosotros, la fantasía de sentirnos realizados; amamos a quien predestinado por la vida para aparecer en nuestro camino para enseñarnos algo que necesitábamos aprender; amamos en alguien algo que dejamos pendiente en el pasado; amamos a una persona desconocida, que sin embargo, parece tan conocida; amamos...
En suma, a quien amo cuando amo es al amor que se encarna (hoy) en una persona en la que creo descubrir el paraíso perdido, a mis propias ilusiones puestas en el otro, a mis propios fantasmas reflejados, pero también, a una persona en la que creo ver, tal vez por un instante o por una eternidad, a esa otra que es " la que más se parece a la que siempre soñé"

Tres preguntas sobre el amor y el alma enamorada.

"Lo único que puedes ofrecer a otro ser humano es tu propia forma de ser"
Ram Dass
"Amo de ti tu frustrada vocación de ángel"
Nemer Barud 

Existen muchas preguntas que uno puede hacerse sobre el amor, pero hay tres que inquietan de modo permanente. La primera, es casi una cuestión filosófica : ¿Qué es el amor?. La segunda es más psicológica: ¿A quien amamos cuando amamos?. Y la tercera, existencial : ¿Por qué si el amor nos hace sufrir tanto, seguimos insistiendo?.
Aunque no muy conscientemente el alma se enfrenta, de un modo u otro, a estos interrogantes y se da, a lo largo de su historia, algún tipo de respuestas, la mayoría de las cuales surgen delegadas por boca de otros. lo que papá y mamá nos enseñaron a creer. Los seres humanos tenemos que ser capases de aprender a hallar nuestras propias respuestas, liberarnos de creencias y mitos que nos limitan, que nos atrapan en una red, que nos condenan a no poder vivir los amores que la vida nos ofrece, porque la vida siempre proporciona, reiteradamente, a cada paso del camino de nuestro vivir, la posibilidad de hallar en una esquina, no un corcho para tapar nuestros agujeros, sino una esperanza para nuestra angustia, encarnada en alguien del cual nos enamoramos.
En este proceso de liberación de los muros que limitan nuestra experiencia amorosa, el primer paso consiste en reenfocar nuestra mirada sobre el amor y comenzar a ver nuestras relaciones no como un camino heroico que se debe transitar, sino como un recorrido alquímico que se nos ofrece para ser vivido. Es decir, sacudir de nuestra alma el circuito de la condena, la creencia de que un amor que no se sufre no vale y entregarnos al placer, al disfrute y al goce de una relación relajada, alegre y realista.
La adicción al sufrimiento, hoy tan frecuente en las relaciones humanas sigue una dirección contraria al amor y aunque alguien pueda hablar de un amor que lo hace sufrir y que le cuesta mucho esfuerzo equivoca la ruta y la tarea de su corazón.
Nos han vendido y hemos comprado, la idea de que el amor es como un bolero, de esos boleros de dolor, pena y desesperación. Pero el amor circula por otra dimensión: la conciencia se expande, el cuerpo vibra, la alegría ronda por nuestro diafragma, el corazón salta de júbilo y los pulmones respiran entusiasmo. La persona enamorada es como un solido árbol que se yergue florecido y frutado hacia el sol. Todo lo demás es una serie de mensajes aprendidos desde la infancia que alejan de la autentica experiencia de amor. El alma enamorada, es algo que hemos perdido y es por eso que el amor nos hace sufrir. Hay que recuperar el alma enamorada.

¿Qué es el amor?:

El amor es algo que nos falta y por eso lo buscamos. Aunque pueda decirse mucho sobre su naturaleza lo cierto es que el amor es una experiencia, pero una experiencia de búsqueda ineludible y misteriosa del alma. 
Como experiencia de búsqueda, el amor intenta que el hombre se descubra a sí mismo.
Hay que recordar que: " Para ser realmente capaz de amar, debes empezar por conocerte a ti mismo. Si no te conoces a ti mismo, ¿cómo puedes conocer el objeto de tu amor?.Para ser capaz de amar de amar verdaderamente, para ser capaz de amar totalmente, tienes que encontrar primero la totalidad en tu interior, porque el amor es una expresión de lo que uno es. El amor es una cualidad interna que brilla" (Gururaj Ananda Yogui)
Cada relación de amor, no deja de ser una oportunidad para que cada quen ensanche los horizontes de lo que sabe de sí mismo. Por eso el amor debe ser agradecido ya que, por una parte, aun en el dolor, el otro aparece siempre en nuestras vidas para hacernos ver algo de nosotros que debemos aprender y, por otra, es por medio del amor como el hombre descubre el sentido de su existencia ¿Cómo, entonces, no sentir gratitud hacia quien la vida nos propuso, en algún tramo de nuestra biografía , por lo que pueda habernos enseñado? La cuestión consiste en dejar de mirar lo que nos sucede desde nuestro ombligo y pensar en otros términos diferentes de los habituales, como por ejemplo, ¿Qué habré hecho yo para merecer este dolor?.
Como experiencia ineludible siempre acontece, porque es en el amor donde el alma cumple con su destino y descubre, como en un espejo, la clase de metal con que está forjada. De tal manera que, aunque se quiera evitar el encuentro amoroso, este acontece tantas veces como se haga necesario, ya que el amor no vive en el hombre, sino que el hombre mora en el amor. Así, el amor es un suceso que siempre nos implica y mientras que a través del deseo del cuerpo se nos revela, por medio del amor nuestra intimidad y nuestra sombra se tornan visibles. 
Cuando nos aman y nos desean se produce el milagro de reencontrar nuestro cuerpo cosido a nuestra alma, al punto de que cuando nos dejan de ama, es como si nos desvaneciéramos, como si dejáramos de ser visibles. El amor entrega densidad, ganas de vivir, corporalidad pero, también, es el motor que nos lleva hacia delante en el proceso de evolución, por eso la experiencia amorosa es necesaria y por eso el hombre habita en el amor, porque el amor no es un proyecto que pueda construirse sino un acaecer que debe ser vivido, no para que tenga sentido, sino para dar sentido a la vida. 
Como misterio, el amor nos habla de las razones que reúnen y separan a los seres humanos que no pueden explicarse sólo con transferencias e historias pasadas de errores o aciertos, porque el amor no es una cuestión de elegir bien, porque es el amor el que nos elige, de manera que la dimensión misteriosa del amor nos enfrenta al amor como una paradoja y aunque uno crea que algo nos era inmerecido, en realidad eso era lo que justamente nos hacia falta para aprender algo que teníamos que aprender. 
El corazón tiene razones que hace que el amor no sea una cuestión lógica, ni el anhelo de algo perfecto como meta de vida. El misterio del amor consiste en que lo que el amor en esencia desea es hacer experiencia, conectar el alma con la felicidad, la imaginación, la locura y las facticidades del hombre, probarlo todo para aprenderlo todo. El amor no busca ser estatutario, sino sólo ser vivido intensamente, y cuando lo ponemos en perspectiva el amor se da cuenta de que todo amor es una iniciación. Un paso de "algo a algo", un recorrido por los repliegues del alma, un descender al centro del ser, para buscar el centro del otro, a quien amamos, dentro de uno mismo.Este misterio iniciático que es el amor es un camino no heroico sino alquímico, no en busca de la perfección o la superación personal ascética y sufriente,  sino tras el cambio, la transmutación de cada cual en alguien más completo.
Esto implica que la experiencia amorosa es la experiencia de aceptar al otro tal cual es, renunciar a poseerlo, comprender que cada encuentro tiene el sentido de ser un aprendizaje y que en las relaciones cada cual tiene la posibilidad de hallar su destino. 
Que no te pierdo porque nunca fuiste mío, pero también, que no te extraño porque estás dentro de mi.
En suma, el amor siempre es oportunidad de vernos como en un espejo, ya que el otro de quien nos enamoramos nos enfrenta con el descubrir la madera de la que estamos hechos, porque, en todos los casos, los amores nunca son errores, sino siempre experiencia que nuestro ser necesitaba para evolucionar. 
 

miércoles, 24 de julio de 2013

Tu Ser energético rescatado:

Lo que necesitas para poner en funcionamiento el cambio, es energía. Sin ella, nada es posible. Sin ella, tus mejores deseos no pasarían de ser tales. Sin ella, serías como un automóvil sin combustible. Sin ella, no podrías moverte en ninguna dirección.
La energía es lo único capaz de darte el gran aventón que requieres para modificar tu realidad.
Lo que verdaderamente cuenta, no es lo que otros puedan hacer por ti, sino lo que tú hagas por ti mismo.
Tú eres un ser energético. Tal vez tu energía se halle en niveles muy bajos y/o bloqueada, pero seguramente está en ti aguardando que le permitas vibrar, fluir y pulsar.
Sin energía, no habrá transformación real en ti.
Con energía, la transformación será tu nueva y disponible realidad.
Recuerda que no es posible cambiar sin cambiar.
Recuerda que no es posible cambiar sin una actitud decidida de tu parte.
Recuerda que no es posible cambiar sin cambiar algunos hábitos más arraigados.
Recuerda que no es posible cambiar sin introducir en tu vida nuevos elementos.
Recuerda que no es posible cambiar sólo deseándolo.
Recuerda que sólo es posible cambiar haciendo.
La constante experimentación y vivencia va enriqueciéndote y acrecentándose.



La sombra del hombre de mediana edad- Parte II

No nos resulta fácil admitir que podemos ser destructivos sin quererlo y todavía resulta más difícil aceptar que podemos sentir impulsos destructivos hacia otras personas. Pero hay ocasiones en las que los seres humanos sentimos odio y rechazo, en las que nos gustaría abandonar o atacar a nuestros seres queridos porque nos resultan insoportablemente crueles, despreciables, mezquinos y dominantes. A veces sentimos amargura y rabia sin saber cuál es su origen ni hacia quién va dirigida. Sea como fuere, sin embargo, deberemos tomar conciencia de que en ocasiones, tenemos la intención deliberada de causar daño a nuestros seres queridos y de que, en ciertos casos, llevamos esas intenciones a la práctica. 
Quienes rondan la cuarentena difieren notablemente en su predisposición de reconocer y asumir su propia destructividad. Hay quienes que ni siquiera reconocen que pueden haber dañado a alguien y que rechazan, incluso, haberlo deseado alguna vez; otros, por el contrario, se sienten tan culpables que son incapaces de considerar el problema de una manera desapasionada y distante; otros en cambio, son relativamente conscientes de la ambivalencia de sus sentimientos y reconocen, por lo tanto, que pueden sentir amor y odio al mismo tiempo por la misma persona, en cualquiera de los casos sin embargo, el proceso de crecimiento nos conduce a tomar más conciencia de nosotros mismos y asumir cada vez más nuestra propia responsabilidad.
Durante la crisis de la mediana edad, aun el más maduro y comprensivo de los hombres tiene mucho que aprender sobre el papel que desempeña la destructividad en sí mismo y en la sociedad. Entonces deberá asumir  toda la rabia acumulada contra los demás y contra sí mismo que porta consigo desde la infancia y profundizar en el odio que ha ido acumulando a lo largo de toda su vida, reconocer que esos impulsos destructivos internos coexisten con los impulsos creativos que le sirven para afirmar la vida y descubrir nuevas formas de integrar ambas dimensiones de la existencia. 
Pero este aprendizaje no es algo consciente o intelectual, que pueda lograrse mediante la simple lectura de unos cuantos libros, la asistencia a unos pocos cursillos o psicoterapia, aunque todos estos factores, no obstante son de inestimable ayuda a largo plazo en el proceso de desarrollo. El principal aprendizaje debe tener lugar en las entrañas de nuestra propia vida atravesando períodos de sufrimiento, confusión, rabia contra los demás y contra nosotros mismos y nostalgia por las oportunidades desaprovechadas y los aspectos perdidos de nuestro propio yo.
Una de las posibles consecuencias de afrontar esta polaridad consiste en el sentimiento trágico de la vida, que resulta de la comprensión de que los grandes fracasos y adversidades no nos vienen impuestos desde el exterior sino que suelen ser una consecuencia fatal de nuestros propios errores.
Sin embargo, las tragedias no tienen porqué ser necesariamente tristes. En este último caso, los enemigos, las condiciones desfavorables, la mala fortuna o los defectos inesperados del héroe son causantes de su fracaso, de su muerte o del rechazo de su amada. Las historias trágicas por su parte presentan características muy diferentes, en ellas el héroe pone en juego todas sus habilidades y virtudes al servicio de una causa noble ero es derrotado a consecuencia de las enormes dificultades que conlleva la empresa que acomete. Este fracaso del héroe suele tener que ver con un defecto de su carácter que normalmente está relacionado con el pecado de hubris (arrogancia, inflación del ego, omnipotencia) y la destructividad. La nobleza y la ruindad constituyen dos aspectos indisolublemente unidos de la misma moneda. Pero, aunque el héroe no llegue a ver cumplidas sus aspiraciones iniciales, las verdaderas tragedias no suponen necesariamente un fracaso porque el héroe siempre termina alcanzando la victoria puesto que aprende a afrontar sus defectos, a aceptarlos como parte de sí mismo y de la humanidad y a experimentar una transformación personal mucho más valiosa que el éxito o el fracaso mundanos. 


La sombra del hombre de mediana edad:

La crisis de la madurez nos obliga a revisar nuestra vida y buscar la forma de conferirle un sentido más profundo. Pero para ello debemos tener en cuenta que la creación y la destrucción constituyen aspectos fundamentales de la vida. A medida que el tiempo discurre vamos tomando conciencia del proceso universal de destrucción que acabará con nuestra existencia y esa misma conciencia nos lleva a afirmar con más vehemencia nuestra propia vida y la de las generaciones venideras. En consecuencia, cada vez sentimos con más intensidad la necesidad de crear; que no se limita a "hacer algo" sino que consiste en dar vida, en dar a luz a algo. El espíritu creativo es capaz de infundir vida a una canción, un cuadro, una simple cuchara o un juguete por ejemplo, y enriquecer, de ese modo, la vida de quienes entren en contacto con él. La certidumbre de la muerte que acompaña a la crisis de la mediana edad intensifica, pues, los dos aspectos de la polaridad creación/destrucción, despertando nuestra creatividad y haciéndonos al mismo tiempo, tomar conciencia de la presencia de las fuerzas destructivas de la naturaleza en la vida y en nosotros mismos. Quien es capaz de ver, contempla la muerte y la destrucción por doquier. En la misma naturaleza una especie se come a otra y sirve de alimento, a su vez, a una tercera. La evolución geológica de la tierra supone un proceso continuo de destrucción y transformación. Para construir hay que destruir, para organizar hay que desorganizar. Nadie alcanza los 40 años sin haber experimentado , de algún modo las dolorosas consecuencias de la destructividad humana. De una manera u otra, los demás incluyendo las personas más próximas a nosotros han dañado nuestra autoestima, dificultando nuestro desarrollo y obstaculizando, de una u otra forma, el logro de lo que más deseábamos y en ocasiones, nosotros mismos hemos sido los causantes del sufrimiento de nuestros semejantes, incluyendo a nuestros seres más queridos. Esta revisión de la vida que tiene lugar durante la crisis de la madurez nos obliga a reconsiderar el daño real o imaginario que los demás puedan habernos hecho. Quizás sintamos entonces una rabia impotente hacia nuestros padres, nuestra esposa, nuestros maestros, nuestros amigos o nuestros más queridos a quienes a partir de ahora consideraremos los causantes de todas nuestras desdichas y, y lo que es todavía más difícil deberemos también tomar conciencia de nuestra culpabilidad por haber sido destructivos con los demás y con nosotros mismos. Para ello deberemos preguntarnos: ¿En qué medida he renunciado a asumir mi responsabilidad con respecto a mis seres queridos y a empresas que afectaban a otros seres humanos?¿De qué modo me he traicionado a mi mismo y he desaprovechado las oportunidades de crecimiento que se me han presentado?.
Esta toma de conciencia nos lleva a comprender mas profundamente el papel que juega la destructividad en nuestra propia vida y en los asuntos humanos en general. La mayor parte de este trabajo, sin embargo, es inconsciente e implica, sobre todo, la reelaboración de los sentimientos y experiencias dolorosas. Hay quienes articulan sus nuevos conocimientos verbalmente, otros, en cambio, lo expresan estéticamente a través de la música, la pintura o la poesía, pero la mayoría se limitan a vivir su propia vida. En cualquier caso, sin embargo, nos veremos obligados a reconocer nuestra culpabilidad y nuestro dolor como víctimas y villanos de la interminable historia de la crueldad del hombre consigo mismo. Si el peso de la culpa y el sufrimiento es excesivo seremos incapaces de superarlos y nos veremos obligados a seguir creyendo que la destructividad no existe y, por lo tanto nuestra capacidad de crear, amar y afirmar la vida se verá seriamente perjudicada.
También es necesario que reconozcamos y asumamos nuestra propia capacidad destructiva ya que, aunque no alberguemos ningún tipo de hostilidad, nuestras acciones a veces resultan dolorosas para nuestros semejantes. Como padres, por ejemplo podemos castigar a nuestros hijos con la mejor de las intenciones y la peor de las consecuencias, nuestra relación amorosa por su parte, puede enfriarse repentinamente, perder todo sentido y llevarnos a cortar la relación a pesar del abandono y la traición que puede experimentar nuestra pareja, nuestra profesión por su parte puede obligarnos a despedir a personas honradas pero incompetentes, dañando su autoestima y sus aspiraciones. No existe ninguna acción que sea totalmente inofensiva y debemos ser muy consciente de que, a pesar de querer hacer el bien, necesariamente, haremos daño y, en algunos casos, provocaremos más mal que bien.